En aquel momento desconocíamos mucho o casi todo del mundo de las plantas, pensábamos que los campos de lavanda estaban ahí esperándonos todo el año y así es en cierto modo, pero en realidad lo que queremos ver todos son los campos de lavanda con sus flores moradas y eso sólo ocurre durante unos pocos días al año. Nosotros estuvimos en la Provenza francesa en verano, lógicamente ya no tenían flores.
Foto: Maribel Grau
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Por lo tanto cuando Cris nos propuso ir a Brihuega a ver los campos de lavanda nos sonó a música celestial y así lo hicimos, aprovechamos una de las veces en que nos juntamos el grupo de amigos que formamos el “Guinness Group” y nos ajustamos a las fechas en las que estaba previsto el Festival de la Lavanda.
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Brihuega se viste de fiesta para celebrar la floración de sus lavandas, alrededor de ésta surgen diversas actividades, una de ellas es el Festival de Lavanda. Se trata de una iniciativa privada de una persona, de nombre Carmina, que cada año realiza un festival en el centro mismo de una de las plantaciones, la hora elegida no es baladí ya que aprovecha el ocaso del sol, “conciertos al atardecer” es como se denominan, aunque se extienden hasta la noche para terminar con una cena que pretende ser de bastantes quilates, todo ello allí en los campos de lavanda.
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Cris fue nuestra anfitrionaNormalmente empezamos los relatos con un selfie nuestro (Charo y Carlos), pero en esta ocasión lo empezamos con nuestra anfitriona: Cris (con ese nombre la conocemos todos en las redes), porque en buena medida, por su buen hacer y generosidad, fue la gran protagonista del viaje, el resto de nosotros solo fuimos actores de reparto, algunos con una actuación destaca, como es el caso del intrépido piloto que tenemos en el grupo, pero eso es otra historia .... |
El lugar donde se realiza el festival se encuentra en una carretera de las que salen de Brihuega, concretamente la GU 925, allí tienen dispuesta una gran parcela de tierra debidamente explanada( 40.757448, -2.783880), para que todos podamos aparcar, se trata de un lugar cómodo, con espacio suficiente, pero polvoriento, muy polvoriento más bien, a decir verdad todo el recinto del festival lo es.
Cris, había sido la organizadora de la “kdd” y se ocupó de aclarar la situación de nuestras autocaravanas ya que íbamos a pasar la noche allí y al parecer se trata de una zona protegida donde, como de costumbre, está prohibido acampar, ya se sabe que eso supone la posibilidad de tener problemas, pero Carmina, muy atenta con nosotros, hizo todas las comprobaciones posibles y no confirmó que se nos permitiría “excepcionalmente” pasar la noche allí, de hecho buena parte de los vehículos que atienden al festival, sirven de lugar de pernocta para los profesionales que los conducen. No fuimos los únicos que dormimos allí, había alguna autocaravana más y una “furgo”, en ese momento no lo sabíamos pero después nos enteramos que era de nuestro amigo Erik de ”Tierrras Insólitas”.
Pero Luimi y Cris no se habían limitado a organizar nuestra pernocta, los que los conocen saben que son ellos los que inventaron esa forma de vivir que consiste en levantarse cada mañana y comerse la vida a “bocaos”, eso sí, todo ello regado con un buen vino, ese que no falte.
Asi que antes de salir hacia el festival, ya estábamos brindando con un champan Moet Chandon que ellos habían traído desde Francia para la ocasión y no sería la única botella que tomaríamos. |
Enseguida comenzamos a dirigirnos hacía el lugar donde se celebraba el festival, era difícil dejar de mirar los campos de lavanda que se encontraban por el pequeño recorrido que hicimos hasta llegar a la entrada del recinto, tocaba hacer una y otra vez la misma foto, porque cada vez que algo te gusta mucho, siempre ocurre que disparas muchas veces al mismo lugar, quizás pensando que de esa forma vas a atraparlo con mayor seguridad.
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El lugar del concierto es un campo de lavanda con una inclinación ideal para colocar en la parte más baja un escenario. Las lavandas son las que marcan el criterio a seguir, de esta forma las sillas dispuestas para el concierto se sitúan entre las hileras de las plantaciones.
En cualquier viaje ves gente disparando fotos, pero quizás en la Fiesta de la Lavanda se batieron todos los récords posibles.
Uno de los atractivos de la noche consistía en que todo el mundo iba de blanco, reconozco que me pareció uno de los elementos fundamentales de la noche, ya que la mezcla de colores, el blanco de la gente, el morado de los campos, así como la uniformidad de las hileras de plantas de lavanda y las sillas, conseguían una estampa inolvidable. Eso nos impresionó nada más llegar y las sensaciones iban a aumentar a medida que avanzaba la tarde.
El atardecer y la paleta de colores de la que disfrutamos es algo que probablemente nunca olvidaremos todos lo que estuvimos allí, aunque solo hubiera sido por eso merece la pena pagar la entrada del festival.
Nosotros tuvimos nuestra propia fiesta dentro del Festival
La espera no se nos hizo en absoluto aburrida, es más fue de los buenos momentos del día, bebimos cerveza, bebimos champán otra vez cortesía de Luismi y Cris, hicimos muchas fotos, vimos a Cris colocar el trípode con la cámara una y otra vez, algo que si no ocurre, nos parecería que no habíamos quedado con ellos …. y nos reímos, nos reímos mucho, más bien muchísimo.
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Poco a poco iba cayendo sol, llegó el momento de asistir al concierto. Yo no conocía a Pitingo, mis gustos nos suelen moverse por el terreno del flamenco, mucho menos de la copla, pero me encanta la música y admiro a los músicos, de manera que ver música en directo siempre es agradable para mí.
Pero el caso es que de pronto se encendieron las luces del escenario y empezó a sonar un aperitivo de lo que nos esperaba, sorprendido miré a Charo y le dije “una pasada, esto me va a encantar”, porque el tal Pitingo hace una música espectacular, fusión entre soul, música en general, flamenco y temas clásicos.
El concierto me gustó tanto que considero que es difícil hacer una música que encajara tanto como aquella con el momento festivo que estábamos viviendo todos, junto con la belleza del atardecer y la noche sumergidos en los campos de la lavanda.
La organización del festival prevé un broche de oro para el final de la noche, ya que después del concierto se ofrece una cena al aire libre.
La cena era de precio elevado, la misma está a cargo de uno de los cocineros españoles más reputados, con varias estrellas Michelin en su haber, Dani Garcia. Existen dos versiones, la más cara consisten en cenar con mesa y mantel en un recinto especialmente habilitado justo al lado y otra, algo más económica, es una cena coctel de pie.
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Nosotros optamos por la versión económica.
La comida estaba espectacular, los camareros van saliendo de la cocina con bandejas o bien en algunos casos hay mesas a las que uno se puede acercar para servirse de distintos platos. Todo estaba riquísimo, se trata de cocina con muchos quilates de la que los que somos muy aficionados a la buena mesa disfrutamos mucho.
La comida estaba espectacular, los camareros van saliendo de la cocina con bandejas o bien en algunos casos hay mesas a las que uno se puede acercar para servirse de distintos platos. Todo estaba riquísimo, se trata de cocina con muchos quilates de la que los que somos muy aficionados a la buena mesa disfrutamos mucho.
Pero hubo un pero. La organización un desastre, los camareros que salían con las bandejas eran escasos, de manera que rara vez conseguías comer aquello que habías visto pasar fugazmente delante de ti, se trataba de una especie de lucha sin cuartel. Pasado un cierto tiempo descubrimos que el secreto se encontraba en acercarnos al lugar por donde salían los camareros, allí nos encontrábamos unos cuantos al acecho y sólo habían recorrido unos cuantos metros cuando tenían que volver con las bandejas vacías.
No era ese el único fallo, era tal la escasez de mesas altas, de esas que se ponen para apoyar los platos, qué teníamos que estar sujetándonos la comida unos a otros.
Desconocemos si aquel caos tenía que ver con un hecho puntual o era algo habitual, pero es injustificable que un evento de tanto nivel presente esa calamitosa situación.
Lógicamente no paramos de comentar entre nosotros lo que estaba pasando, pero quizás porque nos divertimos muchísimo, quizás porque la noche era fantástica, coincidimos todos en que a pesar del lío de la cena, volveríamos a repetirlo, además al final de la misma, cuando el hambre ya había remitido en la mayoría de nosotros, las bandejas circulaban con regularidad llenas de comida “rica rica”.
Nos fuimos a dormir a nuestras respectivas casas muy contentos y algo cansados por la lucha de la cena.
Desconocemos si aquel caos tenía que ver con un hecho puntual o era algo habitual, pero es injustificable que un evento de tanto nivel presente esa calamitosa situación.
Lógicamente no paramos de comentar entre nosotros lo que estaba pasando, pero quizás porque nos divertimos muchísimo, quizás porque la noche era fantástica, coincidimos todos en que a pesar del lío de la cena, volveríamos a repetirlo, además al final de la misma, cuando el hambre ya había remitido en la mayoría de nosotros, las bandejas circulaban con regularidad llenas de comida “rica rica”.
Nos fuimos a dormir a nuestras respectivas casas muy contentos y algo cansados por la lucha de la cena.
Torija
Para ir a Torija tuvimos que pasar otra vez por Brihuega, fue un auténtico suplicio, las calles del pueblos estaban completamente invadidas por coches por todos lados, muchos de ellos mal aparcados, a pesar del lío que generaban las fiestas de la lavanda a nadie del Ayuntamiento se les ocurrió poner medidas, las calles mantenían el doble sentido de manera que pasar con cuatro autocaravanas o cualquier vehículo un poco más grande que un pequeño turismo, parecía misión imposible . Sorprendentemente pasamos, todavía me pregunto cómo, pero pasamos.
Nada más llegar al centro del pueblo, en la plaza, se divisa un imponente castillo, está bastante restaurado, tiene el aspecto de una construcción terminada hace poco, lo que supone que si se trata de un castillo choca un poco, aunque también es de agradecer. Parece ser que lo construyeron los templarios, en su interior hay un pequeño museo dedicado a la obra de Camilo José Cela “El Viaje a la Alcarria" lo que convierte a Torija en una especie de punto de partida si lo que queremos hacer es el mismo recorrido que en su día hizo Camilo José Cela. Nosotros no somos mucho de entrar en los museos, siempre pensamos que es más una pérdida de tiempo que otra cosa, por otro lado los museos encuadran hoy en día dentro del negocio del turismo, así que muchas veces son más una sucesión de cosas sin demasiado valor, para dar un servicio turístico más a aquellos que se acercan a lugar.
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Pero no es menos cierto que nuestra razón principal suele ser la falta de tiempo. Como en este caso no íbamos solos, se decidió entrar en el museo y nosotros también claro está, hemos de agradecerlo porque nos gustó mucho, para empezar las soluciones arquitectónicas dadas en la restauración del Castillo en su parte interior merece la pena ser vistas.
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Con independencia del contenido del museo, pero además el museo en si mismo nos encantó, es pequeño y tiene muchísimas referencias al tan famosísimo libro de Cela sobre su viaje a la Alcarria, vimos manuscritos originales, montones y montones de ediciones del libro en multitud de idiomas y objetos al uso en aquel momento. La verdad es que al terminar de ver el museo a Charo y a mí se nos volvió a encender la llama del interés por la Alcarria, ya que habíamos hablado muchas veces de hacer ese viaje.
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Terminamos en la plaza del pueblo, haciendo una parada técnica, para Charo y para mí las paradas técnicas son un imprescindible de los viajes, al parecer tenemos eso en común con nuestros amigos del “Guinness Group” y qué bien nos lo pasamos juntos.
Hita
Camino de Hita vivimos una de las anécdotas de viaje, no sabemos si fue por culpa del navegador o porque nuestro guía se despistó, pero el caso es que hicimos la mitad del recorrido en dirección a Hita por caminos forestales de tierra.
Y es que cuando nos juntamos de viaje, varias autocaravanas, siempre se deja a alguien al mando, el que va delante es el que nos guía y el resto le seguimos disciplinadamente.
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El caso es que recorríamos y recorríamos caminos de tierra y parecía que no íbamos a ninguna parte.
Al final llegamos a Hita. Hemos de agradecerle a "Mr. Monster Trucks" que hiciéramos tan peculiar recorrido, porque ahora nos encanta ver aquellas bonitas imágenes de las cuatro autocaravanas por los caminos de tierra. Algún día iremos a Marruecos y dicen que hay carreteras similares, pero gracias a nuestro amigo ya vamos con suficiente entrenamiento para lo que nos pueda surgir.
La Puerta de la muralla de Hita >>>
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Y así llegamos a Hita.
Cris, nuestra organizadora de este encuentro, había pensado que comiésemos en La Posada de Rosa, un restaurante de Hita cuya especialidad era las carnes rojas a la parrilla, los asados de cordero y cabrito. Lógicamente no había reservado, la incertidumbre en saber en qué momento del viaje llegaríamos a Hita, aconsejaba ser prudente. |
Al final terminamos en la plaza del pueblo en un bar, comimos estupendamente, pero no había asados, ni carnes rojas, ni nada de lo que Cris había pensado para ese día.
Cuando terminamos de comer, con más calma, vimos el pueblo, es muy pequeño, con tan solo 340 habitantes, de lo más destacable es una puerta de la muralla que rodeaba Hita en la antigüedad, esta fantásticamente bien conservada, puede decirse que es la carta de presentación de esa pequeña localidad, en definitiva el pueblo es encantador, aunque siempre con la pega de que hay coches por todos lados.
Vimos que había un castillo en las alturas del pueblo o lo que quedaba de él, decidimos no subir a verlo. |
Antes de irnos alguien del restaurante viendo que éramos forasteros nos dijo "no se pierdan Vds. en servicio de este bar, es lo mas bonito de este pueblo". Ni cortas no perezosas las cuatro chicas salieron escopetadas a revivir una de las peculiaridades mas extrañas de las chicas españolas, ir juntas al servicio y allí las pille a las cuatro dentro. Un lugar curioso, pero no se si el mas bonito de Hita
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El pueblo era de tradición vinícola hoy desaparecida, por eso muchas de las casas del pueblo tienen su bodega particular, también están lo que llaman los “bodegos” que son la típicas viviendas excavadas en la falda de la colina donde se encuentran los restos de un antiguo castillo.
Si bien a Jadraque no fuimos, visitamos su Castillo
En cualquier caso, se trata de una fortaleza impresionante en lo alto de una colina, desde donde se contempla una extensa zona de la vega del río Henares, con las sierras del norte de Guadalajara al fondo.
Fabulosas vistas al pie del castillo
El caso es que el paseo para subir, si se hace andando es demoledor …. pero nosotros no subimos andando.
La autocaravana que iba en cabeza era la de Luismi y Cris, los anfitriones de nuestra quedada, todos nosotros detrás, lógicamente sin rechistar, llegamos al castillo y empezamos a discurrir por una especie de camino pavimentado con hormigón muy estrecho, hasta que de pronto el camino se puso “de pie”, es decir era una cuesta de esas en las que uno se para al inicio y dice aquello de “coño!!!!”, mientras piensa cómo afrontar la situación.
Pero si el que va delante haciendo de guía es Luismi, eso no ocurre, no hay nada qué pensar se sube y punto, da igual que llevemos cuatro vehículos de 3.500 kilos o más, porque Luismi en otra vida debió de ser un conductor de vehículos monstruos americanos de los que salen en la película Monster Trucks, nada se le pone por delante y para colmo Cris le anima.
Total, que subimos aquella infernal cuesta sin rechistar las cuatro autocaravanas, haciendo rugir nuestros motores sin usar más velocidad que la primera …. como unos campeones!!!!.
En mi próxima vida quiero ser como Mr. Monster Trucks.
Total, que subimos aquella infernal cuesta sin rechistar las cuatro autocaravanas, haciendo rugir nuestros motores sin usar más velocidad que la primera …. como unos campeones!!!!.
En mi próxima vida quiero ser como Mr. Monster Trucks.
Una vez arriba, pudimos disfrutar de unas vistas impresionantes. Aquí nos encontramos con cuatro chicos amantes de las motos vespa, les gustaba las autocaravanas y nos propusieron hacer un cambio, una autocaravana por una Vespa, el caso es que hicimos la visita charlando con ellos y compartiendo las experiencias de lo diferente que es formar parte de un grupo que viaja en Vespa o como nuestro caso, formar parte del mundo autocaravanista.
Ellas quisieron probar las Vespas
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La bajada fue lo peor, al menos para mí que siempre me agobio cuando tengo que bajar cuestas pronunciadas usando constantemente el freno, siempre pienso que se están calentando las pastillas y que se van a quemar en cualquier momento.
Realmente tampoco fue para tanto, y llegamos a la carretera sanos y salvos. |
Cívica
Emprendimos camino en dirección a Brihuega, en el recorrido paramos a ver Cívica, Cris había leído que se trataba de un lugar poco común cerca de Brihuega, una aldea abandonada que parece un lugar sacado de una película fantástica, con una impresionante cascada.
Estábamos al borde de la carretera en las proximidades de Brihuega, con un tráfico considerable y el lugar además parecía cerrado al público, así que decidimos irnos cuanto antes.
Brihuega estaba vestida de fiesta, la fiesta de la lavanda y si ya habíamos tenido problemas al pasar con las cuatro autocaravanas por la mañana, a esas horas de la tarde iba ser peor, cada nuevo experimento en busca de un lugar se convertía en toda una aventura, hablamos con unos y con otros que nos decían de ir a un lado o a otro, pero todo pasaba por pasar de nuevo por el centro.
Decidimos coger una única autocaravana e irnos de exploradores de zonas posibles para pasar la noche, cómo no, fue Luismi quien arrancó el primero, me fui con él y tras pasar por varios caminos infames y dar la vuelta al pueblo por las afueras, encontramos el lugar ideal, en la parte más alta había una harinera abandonada, delante de ella una zona muy amplia para dejar las autocaravanas a tan solo diez minutos andando del centro del pueblo, un lugar fantástico donde no molestábamos a nadie ni nadie nos molestaba a nosotros (40.764217, -2.87027).
Dejamos nuestras autocaravanas y nos fuimos andando al pueblo. Brihuega no es un pueblo grande, pero cuando celebran la fiesta de la lavanda hay un bullicio considerable, las principales calles del lugar están profusamente decoradas, siempre con motivos de color violeta, el violeta lo inunda todo esos días. Paseamos durante un buen rato y no fuimos a cenar, en esta ocasión Cris había reservado en la Terraza Princesa Elima, fue un acierto dado que se encontraban en fiestas.
Domingo 15 de Julio de 2018
Pasamos una noche estupenda al lado de la antigua harinera, por la mañana tuvimos un amplio debate muy habitual entre autocaravanistas, consistía en saber si podíamos o no sacar las mesas y las sillas.
Es de todos conocido que está muy mal visto, por cualquier otro autocaravanista español, que se saquen las mesas y las sillas en lugares públicos, donde no esté especialmente habilitado poder hacerlo, este debate es sobre todo un debate que tenemos en España, porque el resto europeos son bastante más tolerantes con la práctica de las mesas las sillas, en este caso no estábamos en un camping ni en un área privada, pero estábamos en un recinto aislado, casi cerrado y dónde no molestábamos a nadie en ningún caso, ni siquiera visualmente porque nadie podía vernos a nos ser que viniese a vernos expresamente. Aun así tuvimos debate. Al final desayunamos allí, unos churros que habíamos ido a buscar Luis y yo, con la sensación del que hacer algo prohibido y porqué no decirlo, fue genial.
Tras el desayuno emprendimos ruta en dirección a Cifuentes.
Es de todos conocido que está muy mal visto, por cualquier otro autocaravanista español, que se saquen las mesas y las sillas en lugares públicos, donde no esté especialmente habilitado poder hacerlo, este debate es sobre todo un debate que tenemos en España, porque el resto europeos son bastante más tolerantes con la práctica de las mesas las sillas, en este caso no estábamos en un camping ni en un área privada, pero estábamos en un recinto aislado, casi cerrado y dónde no molestábamos a nadie en ningún caso, ni siquiera visualmente porque nadie podía vernos a nos ser que viniese a vernos expresamente. Aun así tuvimos debate. Al final desayunamos allí, unos churros que habíamos ido a buscar Luis y yo, con la sensación del que hacer algo prohibido y porqué no decirlo, fue genial.
Tras el desayuno emprendimos ruta en dirección a Cifuentes.
Cifuentes
Siempre que salimos de viajes cortos, en especial los de fines de semana, el domingo resulta un día tonto, te levantas por la mañana con la sensación de que tienes al reloj metido en tu cabeza y de que no para de repetirte “date prisa que tenemos que irnos a casa”, de forma que nos resulta muy difícil disfrutar de las cosas que vemos la mañana del domingo.
Nosotros lo pasamos muy bien al estar todos juntos, vimos Cifuentes y Trillo y al ir en grupo, nos ayudó a disfrutar más de la mañana, pero en cualquier caso el recuerdo permanente de que teníamos que darle fin al viaje no nos abandonó totalmente.
Nosotros lo pasamos muy bien al estar todos juntos, vimos Cifuentes y Trillo y al ir en grupo, nos ayudó a disfrutar más de la mañana, pero en cualquier caso el recuerdo permanente de que teníamos que darle fin al viaje no nos abandonó totalmente.
Cifuentes es un pueblo bonito, hubiera merecido un una visita más reposada, empezamos a pasear por las calles y enseguida nos topamos con la Iglesia del Salvador, aunque su estilo era fundamentalmente gótico, su puerta principal llamada de Santiago es de estilo románico y francamente bonita, desde allí accedimos a la interesante plaza del pueblo.
La Princesa de Évoli
En la plaza vimos una placa que nos recordaba a la Princesa de Évoli, se trata de un personaje histórico que siempre ha llamado mi atención, dado que ha pasado a la historia por ser una mujer de enorme atractivo a pasar de tener un parche en el ojo, por otro lado La Princesa, poseedora de una gran fortuna se expresaba de forma populachera y solía hacer crítica de la aristocracia española.
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Tuvo nada más y nada menos que diez hijos, buena parte de su vida se caracterizó por la intriga y el escándalo, fruto de su personalidad caprichosa y voluble y de las supuestas relaciones amorosas, Es decir, un personaje fascinante si a todo eso añadimos el parche en el ojo.
El Cristo de la REPOLLA
Dice la leyenda que un mendigo llamó a la puerta de una anciana vecina a pedir limosna, ésta le dijo “no tengo mucho que ofrecerle, aunque sí una polla de las que crío en mi corral” . El mendigo agradecido se presentó a la mañana siguiente dejando delante de su puerta dos pollas y un cristo sobre un crucifijo tallado en madera, ese es el cristo de la repolla. Pero hay más, dicen los mayores del lugar que durante la guerra civil se produjo un bombardeo aéreo que afectó a varias casas en la barriada de “el cerrete” y se produjeron derrumbes quedando en pie sólo una pared de estas viviendas donde existía una hornacina que guardaba el cristo de la repolla. |
Con tan bonita historia nos fuimos de allí en dirección a nuestro último destino, el pueblo de Trillo.
Trillo
Pocos sitios encontramos donde pueda decirse que un pueblo es el río. Efectivamente Trillo es el río, por aquí pasa al Tajo y lo llena todo de vida.
Íbamos a Trillo a comer a modo de despedida de nuestro encuentro, personalmente no tenía demasiada idea de visitar el pueblo, quería disfrutar de los últimos momentos con nuestros amigos, pero por medio estaba Trillo, un pueblo espectacular que te da la sensación de que tiene ríos por todas partes.
Iniciamos nuestra visita por un paseo por donde discurre el río Cifuentes, aquel del que acabábamos de conocer su nacimiento, el paseo empieza por una triple cascada, un lugar fascinante, aquel día además se estaba celebrando un concurso de pintura al aire libre y los participantes, con la paleta en mano, plasmando la belleza de lugar en sus lienzos, ponía de manifiesto, más si cabe, que el lugar era digno de ser plasmado.
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Hay varios restaurantes entorno al río con las características típicas de un mesón, conseguimos sentarnos en uno de ellos y pasar los últimos momentos juntos de este bonito fin de semana en el que la lavanda de Brihuega fue el centro de nuestro viaje, pero en el que hubo mucho más.