Desde que empezamos nuestros recorridos de Extremadura Palmo a Palmo éramos conscientes de que la la Sierra de Gata era una joya, aparentemente, sin embargo es una comarca que vive agazapada y silenciosa, lo que la convierte en un paraíso de esos que a los viajeros expertos les gusta descubrir. Somos conscientes de que no hemos sido los primeros, pero las sensación de estar en un lugar que muy poca gente conoce nos acompaño durante todo el viaje.
Pero esa situación en el mapa, en definitiva lo sitúa como el rincón de Caceres y ese aislamiento geográfico, hoy mas presente si cabe en una sociedad como la nuestra en la que a cualquiera que no esta en la pomada se le olvida, así que La Sierra de Gata es algo diferente, con un paisaje increíble, una arquitectura tradicional y hasta en algunos casos su propia lengua, A Fala. En definitiva un universo de montaña, bosques, olivos y castañares, en el que el color verde lo inunda todo.
Pero sobre todas esas cosas es un lugar donde la gente es diferente, donde es casi imposible no ponerte a charlar con ellos de casi cualquier cosa y donde sus casas son un poco las tuyas.
Pero sobre todas esas cosas es un lugar donde la gente es diferente, donde es casi imposible no ponerte a charlar con ellos de casi cualquier cosa y donde sus casas son un poco las tuyas.
Esta es la película del viaje a la Sierra de Gata
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Nuestro viaje lo hicimos en dos fines de semana con la siguiente distribución:
En la primera semana:
Hoyos Gata Torre de Don Miguel Santibañez el Alto Los Pajares de Santibáñez el Alto Cadalso Descargamaría Robledillo de Gata |
En la segunda semana:
Cilleros Acebo Villamiel Trevejo San Martín de Trevejo Ruta del Castañar de los Ojestos en San Martín de Trevejo |
El mayor problema para hacer este viaje, si eres un autocaravanista, es que tan solo hay un área y es el único lugar para hacer la carga y descarga de aguas, en Torre de Don Miguel (un área magnifica).
Primer Fin de semana
Sábado 4 de Noviembre
Hoyos
Hoyos es uno de los cinco pueblos más bonitos de Gata (declarados bien de interés cultural o algo así).
Hicimos los 200 kilómetros desde casa hasta Hoyos la noche anterior, no fue un viaje tranquilo porque llovía y llovía, a veces más bien diluviaba, después de 7 meses de sequía la naturaleza se lo había tomado con ganas. |
Nuestra idea era dormir en Hoyos y de hecho así lo hicimos pero al pasar por Moraleja casi paramos a dormir. De nuestro plan de viaje habíamos excluido Moraleja ya que se trata de un pueblo más grande pero que en esencia no tiene nada de especial, al pasar por él corroboramos que lo mejor era seguir hasta Hoyos. Pasamos la noche del viernes oyendo llover sin parar. Por la mañana cuando fui a comprar el pan al centro del pueblo la lluvia empezaba a remitir. |
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Hoyos nos encantó, con 920 habitantes se trata de un pueblo pequeño aunque dado el tamaño de los pueblos de la Sierra este es de los más grandes, con casas tradicionales muy auténticas, alguna de ellas casas nobles, con sus escudos en las fachadas y donde el turismo no parece haber puesto sus garras aún. Un pueblo encantador con calles empedradas que nos gustó muchísimo. |
Salimos de allí y empezamos a tomar contacto con el paisaje de la Sierra de Gata, el viernes habíamos llegado de noche y no vimos nada del entorno natural, ahora lo teníamos delante y eran unas vistas fantásticas, llovía y por lo tanto no hacáa sol, pero aun así nos encantaba el paisaje. Íbamos camino de Gata y por el camino paramos varias veces para hacer fotos y disfrutar de lo que veíamos. |
Salimos de allí y empezamos a tomar contacto con el paisaje de la Sierra de Gata, el viernes habíamos llegado de noche y no vimos nada del entorno natural, ahora lo teníamos delante y eran unas vistas fantásticas, llovía y por lo tanto no hacáa sol, pero aun así nos encantaba el paisaje. Íbamos camino de Gata y por el camino paramos varias veces para hacer fotos y disfrutar de lo que veíamos.
Poco después vimos el pueblo de Gata a lo lejos, tiene 1.700 habitantes, así que es de un tamaño considerable, pero lo mejor son las vistas desde la carreteras, el sol se colaba tímidamente entre las nubes para iluminar el pueblo situado en la ladera de una pequeña montaña.
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Gata
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No resultó fácil aparcar nuestra Gaviota para visitar el pueblo, pero encontramos un buen sitio al borde de la carretera (40.237018 , -6.599718), estos pequeños pueblos de la Sierra de Gata, como muchos de Extremadura, no están preparados ni siquiera para recibir turismos, cuando más una autocaravana. En cualquier caso la experiencia me dice que al final siempre se encuentra un sitio.
Subimos a la plaza del pueblo por un callejón, La plaza no es demasiado bonita pero tenía su encanto y desde allí comenzamos a callejear por las empinadas calles que salen de la plaza, las casas son humildes pero se ha respetado su diseño tradicional lo que supone que se trata de un pueblo bonito y para colmo desconocido para el gran público con lo que resulta un lugar muy entrañable.
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Desconocemos a qué se debe el nombre de Gata y si procede de la existencia o no de alguna gata de características especiales, pero lo que sí está claro es que los naturales de allí presumen de la convivencia que tienen con los gatos, hay muchos deambulando por el pueblo libremente y muy bien alimentados, pero no solo eso sino que muchos de sus comercios se anuncian con carteles adornados por gatos, es evidente que son del mismo autor y es algo que resulta divertido y ameno.
Hicimos la parada técnica y nos tomamos una caña y un vino en el bar de la plaza, el Gastrobar Los Portales con unas croquetas y una albondigas absolutamente inolvidables de tapa, creemos recordar que nos costó menos de 2,50 euros, comentamos Charo y yo que esos precios son para venirse a vivir aquí al menos una buena temporada.
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Ante de emprender de nuevo el camino hicimos algunas fotos de los paisajes tan impresionantes que se pueden ver desde la carretera de Gata.
Santibañez el Alto
Santibáñez fue nuestra siguiente parada y fue precisamente la parada lo que más problemas nos dio, porque se trata (como todos los pueblos de la zona) de un pueblo con serias dificultades para aparcar un vehículo de cierto tamaño, aunque tampoco resultaría fácil aparcar un turismo. Pero el caso es que Santibáñez dio un giro de tuerca mayor a esas dificultades ya que es un pueblo que está en todo lo alto de una pequeña montaña y los accesos se hacen a través de una carretera más bien estrecha, de forma que dejarlo a la entrada es inviable.
Desde el pueblo de Santibañez se pueden ver unas vistas impresionantes al valle, solo por eso ya merecería la pena subir
Nosotros entramos en el pueblo y nada más llegar encontramos una plaza, sería la única plaza que veíamos en el pueblo, ya que se trata de un pueblo curioso que no tiene plazas, ni siquiera para la iglesia ni el Ayuntamiento. Lo curioso, además, es que ni siquiera se denomina plaza, sino que es un ensanchamiento en el final de la calle Castillo Bajo, a la altura de los números 75 a 73, (40.18563, -6.54991).Allí deje tirada La Gaviota en la mitad, si bien me cerciore y así me lo ratificó un lugareño de que no molestaba.
No obstante para pasar la noche hay un sitio excepcional en Santibañez el Alto el Asador Venta Peña del Fraile, el mismo se encuentra en la en la Guía España Discobery, nosotros tenemos la Guía (que se requiere para pernoctar allí, pero no íbamos ha hacer noche en Santibañez.
Comenzamos a pasear por el pueblo que no es muy grande con solo 340 habitantes y casi nos damos la vuelta porque nos parecía un pueblo feo, sin atractivo alguno, pero cada poco había un balcón a las vistas del embalse de Borbollón y a lo que luego veríamos, el denominado Barrio de los Pajares, que merecía mucho la pena, así que continuamos andando eclipsados por las vistas al valle.
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Al poco encontré el edificio del Ayuntamiento, quizás uno de los Ayuntamientos más feos que haya visto nunca, situado en una calle inclinada donde apenas se le ve, pero según íbamos subiendo el pueblo cada vez era más interesante, la parte alta está hecha con viviendas tradicionales, muchas de piedra y situadas en canteras de piedra, arriba del todo el pueblo se corona con una fortaleza o castillo en muy mal estado. Ya habíamos visto piedras recubiertas de musgo en otros pueblos pero en Santibañez vimos muchas más, es curioso con los meses tan calurosos y la sequía que llevamos padeciendo desde hace siete meses que viéramos tanto musgo, lo que supone que son lugares muy húmedos incluso con sequía.
Alguno de los rincones de la parte alta merecen la pena
Fotografía de contrastes
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Quizás le pase un poco a toda la zona pero en ese pueblo vimos muchas mujeres vestidas de negro riguroso con vestimentas propias de la primera mitad del siglo XX y no de los tiempo actuales, solo pude fotografiar una de ellas justo al lado de Charo lo que supone una foto de contrastes impresionante, como si una de las dos hubiera viajado a través del tiempo para encontrarse en una calle de Santibáñez.
Y emprendimos ruta hacia el valle, hacia el Barrio de los Pajares |
Llegar al Barrio de los Pajares (40.178518, -6.57131) no fue fácil, porque el navegador TOMTOM no tiene habitualmente ningún punto de interés y los que tiene no son de ningún interés, al menos para nosotros, así que en estos casos nos valemos del navegador del Google Maps, pero por mas que buscábamos el Barrio de los Pajares, no lo encontrábamos, así que nos valimos de las indicaciones que nos dio una señora en el pueblo, ya casi lo habíamos encontrado cuando Charo por fin lo localizó en el Maps, resulta que este reconoce el lugar como “Los Pajares de Santibáñez el Alto”.
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Se trata de un recorrido de unos 4,5 kilómetros en los que la mayoría del mismo se hace a través de caminos de tierra, incluso hay que pasar un paso o barrera canadiense, no es la primera vez que nos ocurre que tenemos que atravesar uno de estos pasos y siempre da un poco de miedo, estas barreras están pensadas para evitar que crucen los animales de forma que se construye una parrilla de barras metálicas en el suelo es decir a nivel de rasante, gruesas y redondas, bajo las barras hay un pequeño foso, de esta forma se consigue que los animales eviten cruzar porque les provoca desconfianza y además les sería difícil hacerlo con el peligro de que se les queden enganchadas las patas en el foso. Sin embargo para los vehículos y personas no es peligroso y aunque eso es así, no vamos a negar que cuando toca pasar por encima de las barras con una autocaravana y empieza el “remeneo” piensas aquello de “a que me quedo atascado en el foso”.
El lugar es sencillamente impresionante, se trata del valle que está a los pies de Santibáñez el Alto, de una gran belleza natural. Fue en su día un interesante barrio ganadero, pero la sensación que tuvimos nosotros es la de que es un pueblo abandonado y así es, ya que la mayoría de los pajares(cerca de 100), construcciones de piedra para aperos de labranza o el servicio de los animales que pastan en la dehesa, están en ruinas y de hecho hay carteles prohibiendo que se lleven las piedras de las construcciones.
Pero el caso es que es una joya que nos ha dejado ahí como testimonio de la historia reciente, de hecho hay muy pocos conjuntos arquitectónicos con un carácter agrícola y ganadero. A pesar del estado casi ruinoso de muchas de sus construcciones se puede decir que la sensación de poblado agrícola se conserva de manera íntegra hasta el día de hoy.
Es un Bien de Interés Cultural (BIC) desde 2010, con la categoría de Lugar de Interés Etnológico.
En el valle también tenemos el embalse del Borbollón.
En el valle también tenemos el embalse del Borbollón.
Nosotros aparcamos nuestra Gaviota (40.178518, -6.57131) para ponernos a comer, antes de dar una vuelta para conocer el barrio, muy cerca de los pajares. Durante ese rato pudimos ver desde las ventanas de la Gaviota a un cabrero con su rebaño, iba protegido por tres mastines que se acercaron curiosos a saludarnos, aunque quizás su intención era la de dejarnos bien claro que ese era su terreno y que mejor nos quedáramos dentro sin molestar a las cabras ...
... también vimos muy cerca a un grupo de caballos que se movían en plena libertad por el valle, sin que nosotros les incomodaramos en absoluto, no llevaban las patas atadas y parecían libres para ir a donde quisieran, puede que haya una enorme cerca que les impida salir o quizás estén controlados de alguna otra manera, pero nosotros no tuvimos esa sensación sino la de que estaban en plena libertad.
Parecía que estábamos solos, acompañados por los caballos en medio de aquel hermoso paisaje adornado por el arco iris
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Cuando terminamos de comer salimos a visitar los pajares. Pudimos intuir cómo debió ser la vida tradicional de aquellos tiempos porque, hoy en dia mucho han cambiado las cosas, pero sigue siendo un lugar en uso, ya que vimos algunos pajares con animales dentro debidamente atendidos.
Y nos despedimos de aquella pequeña aldea, un lugar extraordinario y con una paz indescriptible donde sólo oíamos el canto de los pájaros, nos fuimos pronto agobiados por la acechante oscuridad que en esa época del año llega demasiado pronto y porque estábamos en la mitad de una dehesa y conviene salir con tiempo por prudencia.
Cadalso
Nosotros aparcamos en un pequeño espacio que encontramos pegados a una caseta de comunicaciones de telefónica (40.238112, -6.539418), en esta localidad como en casi todas las de la Sierra de Gata es muy difícil encontrar sitios anchos para aparcar nuestra Gaviota, aunque la verdad es que siempre encontramos un sitio.
No podemos destacar muchas cosas bonitas del pueblo, que no atesora grandes bellezas salvo el entorno en el que se encuentra y la tranquilidad del lugar.
A mi, que me dedico profesionalmente a los Ayuntamientos, lo que sí que me impactó fue el aspecto de la Casa Consistorial que estaba en su plaza principal, ya que parecía un dibujo naif de lo que cualquiera de nosotros hubiéramos hecho a mano alzada en un papel, para representar al Ayuntamiento típico.
A mi, que me dedico profesionalmente a los Ayuntamientos, lo que sí que me impactó fue el aspecto de la Casa Consistorial que estaba en su plaza principal, ya que parecía un dibujo naif de lo que cualquiera de nosotros hubiéramos hecho a mano alzada en un papel, para representar al Ayuntamiento típico.
Torre de Don Miguel
Y llegamos a Torre de Don Miguel. El municipio de 500 habitantes, no se caracteriza por ser uno de los municipios más interesantes de la zona, pero es un pueblo muy agradable y ademas para nosotros que somos autocaravanistas, es un gran municipio porque cuenta con un área muy buena (40.22083 , -6.57139).
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Iba a ser por lo tanto una parada obligada para nosotros ya que se trataba del único área con servicios de carga y descarga que hay en toda la Sierra de Gata, por esa razón elegimos esta población como el lugar donde pasaríamos la noche
Al llegar nos fuimos a hacer nuestra visita de reconocimiento del pueblo. Está a 700 metros del área lo que supone un agradable paseo a pie para llegar al centro.
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De noche todos los gatos son pardos y pudimos ver poco del pueblo. Pero no hubo manera de cenar, seguramente en verano hay más sitios abiertos, pero aquel sábado de noviembre solo había dos bares, nosotros estuvimos en el que más movimiento parecía tener, nos tomamos una cerveza con aceitunas y torreznos de tapa, es decir de cocina nada de nada. Total que nos gastamos 2 euros, así que no había opción de mostrar nuestro agradecimiento salvo que hubiéramos tomado varias cervezas hasta salir borrachos camino de la Gaviota.
Nos fuimos a dormir y esa noche no llovió.
Nos fuimos a dormir y esa noche no llovió.
Domingo 5 de Noviembre
Por la mañana tuvimos un despertar fantástico entre los árboles del área con las vistas de la Sierra de Gata y el pueblo de Torre de Don Miguel delante nuestro. Desayunamos de maravilla sin agobio alguno, fue una especie de ensayo de lo que será nuestra vida el día que dentro de no demasiado dejemos de trabajar. Tan tranquilos estuvimos que entre el desayuno y las duchas no emprendimos ruta hasta casi las 12 de la mañana.
Después volvimos a bajar a conocer el pueblo. Torre de Don Miguel no es de los pueblos más bonitos de La Sierra de Gata pero tiene elementos a tener en cuenta, para empezar no se te escapa la iglesia con dos palmeras enormes actuando de reclamo, no es muy habitual ver palmeras adornando las iglesias por las tierras de Castilla y Extremadura y no se te pasa desapercibido.
Pero en cualquier caso hay algunos rincones que nos gustaron.
Emprendimos ruta caminos de nuestros dos últimos destinos de la semana Descargamaría y Robledillo de Gata
Después volvimos a bajar a conocer el pueblo. Torre de Don Miguel no es de los pueblos más bonitos de La Sierra de Gata pero tiene elementos a tener en cuenta, para empezar no se te escapa la iglesia con dos palmeras enormes actuando de reclamo, no es muy habitual ver palmeras adornando las iglesias por las tierras de Castilla y Extremadura y no se te pasa desapercibido.
Pero en cualquier caso hay algunos rincones que nos gustaron.
Emprendimos ruta caminos de nuestros dos últimos destinos de la semana Descargamaría y Robledillo de Gata
Algunos de los bonitos rincones de Torre de Don Miguel
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Poco hay que decir de Descargamaría en cuanto a la belleza del pueblo, es casi imposible encontrar una sola casa o una iglesia o el Ayuntamiento digno de una mención especial, lo cual lo hace especialmente chocante cuando poco después conocimos Robledillo.
Quizás por eso lo que más interesante me resultó es el marco de cerámica que hay a la entrada del pueblo donde se hace referencia a que Cervantes mencionó el pueblo en “El Licenciado Vidriera” .
Justo allí, al lado del panel anunciando el pueblo, fue donde aparcamos nuestra Gaviota, por primera vez encontramos un sitio amplio y fantástico para aparcar (40.321576 , -6.471784).
Quizás por eso lo que más interesante me resultó es el marco de cerámica que hay a la entrada del pueblo donde se hace referencia a que Cervantes mencionó el pueblo en “El Licenciado Vidriera” .
Justo allí, al lado del panel anunciando el pueblo, fue donde aparcamos nuestra Gaviota, por primera vez encontramos un sitio amplio y fantástico para aparcar (40.321576 , -6.471784).
La zona del río es sin duda el mejor rincón del pueblo
Nosotros ya estamos muy viajados y sabemos ver un poco más allá de lo que tenemos delante de los ojos, porque si bien no es un pueblo bonito ya que hace mucho que arrasaron con su arquitectura tradicional, sin añadir nada destacable en el pueblo, no es menos cierto que con solo 138 habitantes es tan pequeño que la naturaleza la tienen justo encima y la Sierra de Gata es preciosa, así que el pueblo dispone de lo que llaman el Parque de la Vega al lado del pequeño río Árrago con unos merenderos que dan la sensación de ser un lugar fantástico cuando en verano o primavera estén abiertos. Nosotros no tuvimos esa suerte.
Y por últimos nos acercamos a Robledillo de Gata. Viniendo de Descargamaria impacta más ver este bonito pueblo de casas de piedra tradicionales tan bien conservadas, máxime si se tiene en cuenta que su población no llega a los 100 habitantes. Comparando Robledillo con el anterior Descargamaría, es fácil comprobar lo importante que es evitar el estropicio arquitectónico al que llegan con demasiada facilidad muchas poblaciones de Extremadura, sobre todo encontrándose en lugares tan hermosos, ya que pueblos como Robledillo pueden disfrutar hoy de una floreciente industria turística mientras que en el pueblo de la lado no hay nada de eso.
Aunque Robledillo es el más turístico de los pueblos de la Sierra de Gata, nosotros no sufrimos ese agobio del que habíamos leído cosas en Internet, quizás porque se trataba de un día de Noviembre. Fue especial-mente difícil aparcar, la única posibilidad que encontramos es la de hacerlo en el borde de la carretera (40.321576, -6.471784), hay algunos huecos siempre que se tenga suerte de que estén libres cuando se llega.
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Si se dispone de la Guía España Discobery se puede acceder a un parking indicado en la guía, que resuelve en buena medida el problema del aparca-miento., lamentablemente nosotros no vimos esta posibilidad hasta días después.
Aunque Robledillo es el más turístico de los pueblos de la Sierra de Gata, nosotros no sufrimos ese agobio del que habíamos leído cosas en Internet, quizás porque se trataba de un día de Noviembre.
Tiene una ubicación peculiar al encontrarse encajonado al final del más profundo de los valles de Sierra de Gata, pero quizás esa cierta lejanía es precisamente la que lo ha protegido del boom del desarrollismo de los años sesenta. De esta forma su pequeña población ha sabido vivir con el sabor de lo auténtico, quizás también influenciada por ser frontera con la comarca de las Hurdes.
Visitamos el Molino del Medio, donde nos atendieron de maravilla. Es un antiguo molino de aceite muy bien conservado donde se puede ver las técnicas mecánicas que usaban en aquellas épocas en las que no contaban con la electricidad, tuvimos la suerte de conocer su propietario y conservador, Juan Rodríguez, con el que estuvimos comentando la pequeña cata de dos aceites de manzanilla que nos dieron durante la visita (que costó 1,5 euros por persona).
Y con eso dimos por terminada nuestro primer fin de semana a la Sierra de Gata ya esperando que llegara el siguiente.
Y con eso dimos por terminada nuestro primer fin de semana a la Sierra de Gata ya esperando que llegara el siguiente.
Durante aquellos dias en la Sierra de Gata los traslados que hicimos con la Gaviota fueron siempre espectaculares, conducir despacio por las carreteras interiores una autentica delicia.
SEGUNDO FIN DE SEMANA
Sábado 11 de Noviembre
Cilleros.
Recorrimos los 205 kilómetros separaban San Román de los Montes de Cilleros.
Hicimos casi todo el viaje de noche así que cuando llegamos buscamos un sitio para pasar la noche, no fue demasiado difícil, al lado del centro de salud había muchas plazas marcadas para aparcar turismos pero no había ninguno, tan solo un autocar que lógicamente no respetaba las líneas marcadas, estaba claro que era un lugar donde no molestaríamos a nadie y seguimos el ejemplo del autocar aparcamos en línea a pesar de las marcas en paralelo (40.117011, -6.788888).
Hicimos casi todo el viaje de noche así que cuando llegamos buscamos un sitio para pasar la noche, no fue demasiado difícil, al lado del centro de salud había muchas plazas marcadas para aparcar turismos pero no había ninguno, tan solo un autocar que lógicamente no respetaba las líneas marcadas, estaba claro que era un lugar donde no molestaríamos a nadie y seguimos el ejemplo del autocar aparcamos en línea a pesar de las marcas en paralelo (40.117011, -6.788888).
Por la mañana del sábado hacía un día espléndido, habíamos encendido la calefacción y en cuanto levantamos los oscurecedores tuvimos que apagarla, el sol que entraba calentaba la Gaviota de forma natural.
Nada más desayunar nos fuimos andando hasta el pueblo, nos gustó mucho, Cilleros es lo que podríamos decir “un pueblo pueblo” con las casas que han tenido esos pueblos toda la vida y sin que hubiera, al menos en la parte más antigua, construcciones feas de la época del desarrollismo. |
Vimos el Ayuntamiento y la Iglesia ambos en la plaza de San Blas, y un edificio de corte señorial al lado del Ayuntamiento que esa noche descubriríamos que se llamaba La Mayora y que se encontraba inexorablemente unida con otra casa muy similar de San Martín de Trevejo a la que llaman La Menora.
Vimos varias imagenes como ésta. Son jaulas con perdices para la caza con reclamo. Cuando van a caer perdices, colocan esas jaulas con una perdiz macho en una zona ligeramente más elevada que el piso del campo, de esa forma consiguen atraer a otros machos o a las hembras. La imagen de las jaulas en las paredes blancas es tan bonita como cruel, porque las desgraciadas aves pasan su vida en una jaula en la que apenas pueden moverse. |
Paseando por la calle una agradable señora nos preguntó que si estábamos buscando pan, sospecho que ella pensaba que éramos turistas turistas alojados en el pueblo y nos quiso ayudar, ese carácter tan afable a estas alturas, en las que hemos hecho muchos viajes en Extremadura, no nos extrañó en absoluto pero no dejaba de impactarnos lo buena gente que son los extremeños.
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Nos pareció buena idea comprar el pan y nos dirigimos a la panadería que no era solo eso: una panadería sino más bien una joya que representa a las panaderías tradicionales de la zona, seguramente ya no quedan muchas como esa, así que pedimos permiso para hacer fotos y la panadera muy amablemente nos enseñó el horno de leña que había construido su abuelo y que estaba a pleno funcionamiento en ese momento.
Estuvimos hablando del pan que hacen, el nombre que le dan no puede ser más significativo “pan de pueblo”, lo conocemos sobradamente porque es un pan muy común y apreciado en todos los pueblos que hay desde Talavera de la Reina hasta Portugal y estuvimos un buen rato bromeando porque Charo le dijo que a mí ese pan no me gusta, es verdad que no es mi pan preferido pero admito que es un pan tradicional propio de la zona aunque no se me negará, el argumento a mi favor, de que es imposible hacer un bocadillo con él.
Nos despedimos haciendo una foto a la ventana desde donde se despacha el pan, una imagen impresionante que nos trasladaba a nuestra infancia.
Nos despedimos haciendo una foto a la ventana desde donde se despacha el pan, una imagen impresionante que nos trasladaba a nuestra infancia.
Pues bien no siempre es tan fácil como nos viene ocurriendo en Extremadura, es más ese sábado iba a ser, sin duda, uno de los mejores días de nuestros viajes en lo que a compartir momentos con la gente se refiere, porque ya habíamos tenido nuestra buenas charlas en Cilleros y ahora nada más llegar a Acebo estuvimos hablando con una señora que nos salió al paso y nos recomendó subir “al Calvario”.
Allí había varias personas y terminamos metidos de lleno en la conversación de dos vecinas de Acebo, una de ellas era la dueña del bar, una persona muy agradable que estaba muy orgullosa de lo que ella llamaba, el otro negocio, porque resultaba que debajo del bar estaba la “Pizzeria Jalama”, hablaba con tanta pasión de sus habilidades con la Pizzas que nos hubiéramos planteado comernos una a media mañana, pero se hacen con un espléndido horno de leña, que nos estuvo enseñando y a esas horas de la mañana no estaba encendido. Nos quedamos con las ganas, así que habrá que volver.
Pero la charla continuaba porque en la conversación también participaba Susi. Nos estuvo contando sobre las muchas vicisitudes que había pasado por culpa de los incendios que hubo en la zona de Acebo en el año 2015, en aquel momento los vecinos de Acebo y Perales del Puerto se vieron obligados a dejar sus casas por el avance de un fuego, sin duda intencionado, ella vivía en plena naturaleza y lo perdió todo, en especial su plantación de naranjos que era su medio de vida. Pero no fue pena lo que nos transmitió sino ganas de vivir y de tirar para adelante, su casa se libró de las llamas de milagro y ella jamás dejó de vivir allí. Nos invitó a conocer su casa y su jardín botánico que está en los inicios. Las vistas desde su finca eran impresionantes. Nos gustó conocerla y conocer sus proyectos de futuro, si algún día volvemos a la zona pasar a saludarla será una parada obligatoria.
Llegamos poco después a Villamiel, es un pueblo pequeño con tan solo 500 habitantes cuyo mayor atractivo es la proximidad de la fortaleza de Trevejo.
No es un pueblo especialmente bonito, máxime si se compara con los pueblos que venimos viendo en la Sierra de Gata.
Al acercarnos pudimos ver algunos prados con ganado que tenían unos generosos regueros de agua, no deja de llamar la atención que con la sequía que hay en España por estas fechas después de 7 meses sin llover, en La Sierra de Gata ves agua por todas partes, ellos dicen que no, que apenas hay, pero nosotros la vimos por todos lados.
Al acercarnos pudimos ver algunos prados con ganado que tenían unos generosos regueros de agua, no deja de llamar la atención que con la sequía que hay en España por estas fechas después de 7 meses sin llover, en La Sierra de Gata ves agua por todas partes, ellos dicen que no, que apenas hay, pero nosotros la vimos por todos lados.
Trevejo
Perteneciente al pueblo de Villamiel se encuentra la pedanía de Trevejo.
Aparcamos en un mirador que hay un poco antes de llegar al pueblo (40.172303, -6.780671) a no mas de 200 metros, convencidos de que cuando llegaramos sería imposible aparcar o en cualquier caso difícil dar la vuelta, pero al llegar vimos que hay una plaza bastante grande donde podríamos haber estacionado nuestra Gaviota (40.172303, -6.780671), en cualquier caso hubiéramos preferido el lugar del mirador donde habíamos aparcado, no solo porque fuese mas tranquilo sino porque ademas las vistas que hay desde el sirven de aperitivo a la visita de Trevejo.
Aparcamos en un mirador que hay un poco antes de llegar al pueblo (40.172303, -6.780671) a no mas de 200 metros, convencidos de que cuando llegaramos sería imposible aparcar o en cualquier caso difícil dar la vuelta, pero al llegar vimos que hay una plaza bastante grande donde podríamos haber estacionado nuestra Gaviota (40.172303, -6.780671), en cualquier caso hubiéramos preferido el lugar del mirador donde habíamos aparcado, no solo porque fuese mas tranquilo sino porque ademas las vistas que hay desde el sirven de aperitivo a la visita de Trevejo.
Actualmente Trevejo sólo tiene 24 habitantes censados, pero tiempo atrás su fortaleza fue un bastión muy importante. Aunque hoy está en ruinas permanece ahí de una u otra manera, desde el siglo IX, fue construido por los musulmanes en la época de la reconquista, para pasar después a manos de una de las órdenes militares. |
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Presenta una imagen muy atrayente, sobre todo por el punto desde donde se encuentra, ya que domina todo el paisaje, prácticamente desde los cuatro costados, y en una posición tan elevada que es fácil imaginar el poder que debió concentrar en sus momentos de esplendor.
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Estuvimos paseando por el pueblo, que está construido sobre una base de rocas entre las cuales también está el castillo, son casas de piedra y tejas árabes que parecen venidas de tiempos pretéritos, un lugar que te atrapa, no solo por la belleza que presenta el pueblo sino porque además vayas donde vayas te topas con unas vistas impresionantes desde lo alto de una montaña.
El pueblo es muy pequeño, no hay que olvidar que solo tiene censadas a una veintena de personas, solo hay un bar pero el rato en el que estuvimos nosotros tenía bastante movimiento. Estuvimos sentados tomando algo para después subir al Castillo o más bien a lo poco que queda de él, no obstante una vez arriba te das cuenta de la trascendencia que tuvo este lugar para los habitantes de toda la comarca.
Terminamos nuestra visita y emprendimos camino hacia San Martín de Trevejo.
La pequeña carretera que une Trevejo con San Martín es una maravilla, íbamos haciendo ese trayecto encantados con el paisaje pero además nosotros tuvimos mucha suerte, era la hora de la tarde en la que el sol empieza a cambiar de color y dejaba que se colasen sus rayos anaranjados entre los árboles que jalonaban todo el recorrido, un espectáculo de luz y color que difícilmente olvidaremos.
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San Martín de Trevejo
Nada más empezar a caminar, nos dimos cuenta de que el pueblo estaba de fiesta, esta circunstancia no nos molestó sino que más bien resultó divertido, de forma especial porque vimos muchísima gente joven y eso siempre es gratificante, máxime cuando de lo que estamos hablando es de los pueblos en España. San Martín de Trevejo tiene solo 840 habitantes y quizás confundidos por las fiestas tuvimos la sensación de que es un pueblo con muy buena salud de futuro, no solo por la cantidad de gente que vimos sino también por el estado del pueblo en general y de sus casas en particular.
Habíamos estado viendo el bullicio de la fiestas en la Plaza Mayor e íbamos paseando por algunas de sus calles cuando oímos a una mujer que les decía al grupo con el que iba paseando “perdonar que os deje un momento pero es que quiero saludar a estas personas”, se refería a nosotros y enseguida intuimos que nos conocía gracias a la Gaviota Viajera, así era. Pilar una salmantina que no solo es una autocaravanista como nosotros, sino que además es bloguera, su blog “Con Autocaravana o sin ella” lo había leído tiempo atrás y recordaba el nombre. , también el bonito dibujo de la cabecera del blog
Ángel, el cuñado de Pilar, nos estuvo llevando por los puntos más emblemáticos de San Martín y con él aprendimos cosas que difícilmente hubiéramos podido saber sin las amenas explicaciones con las que nos ilustró el recorrido. Ahora cae sobre nuestros hombros la responsabilidad de transmitir lo aprendido y somos conscientes de lo difícil que será, pero intentaremos que los que nos lean puedan entender y disfrutar de la importancia histórica de San Martín de Trevejo y más si cabe, porque se trata de un lugar que respeta sus tradiciones como pocos, lo que le convierte en un tesoro para cualquier viajero.
La casa Mayora y la casa Menora.De todas las historias del pueblo que nos contó Ángel hay una que nos resultó más interesante o quizá más simpática.
Nos llevó a ver una casa señorial de tres plantas y color blanco, que dada la repetición de balcones con bonitas barandillas de hierro, se presentaba como un auténtico caserón. La casa Menora (en la foto) es la que se encuentra en San Martín de Trevejo y a pesar de su nombre para algunos es mas bonita que la Mayora
Se encuentra en el centro del pueblo, en la calle del Medio, “pedazo casa dijimos nosotros”, Ángel sonreía mientras nos explicaba que tiempo atrás en San Martín había tres o cuatro familias o clanes que disponían de una gran fortuna, una de ellas era la propietaria de esa flamante mansión “la casa menora” como se la llama popularmente, en ella vivía una familia cuya hija, de considerable belleza, era pretendida por un vecino de Cilleros con muchos posibles, este se presentó ante el padre de la muchacha a pedirle su mano pero sorprendentemente el padre le dijo que su hija estaba muy por encima de sus posibilidades y que si quería merecerla tendría que demostrarlo. El fogoso enamorado no desistió y a pesar de que le habían rechazado se puso manos a la obra para demostrar que estaba a la altura de la familia que le había rechazado, así que se puso a construir una casa idéntica pero más grande.
Para terminar Ángel nos dijo que a pesar de los esfuerzos del fogoso enamorado, la casa “menora” de San Martín siempre fue una casa mejor, la de Cilleros nunca consiguió superarla a pesar del nombre. |
Al salir, nos dedicamos a hacer fotos, intentamos pasar por las calles más emblemáticas por las que acabábamos de pasar, aunque teníamos pensado volver a verlo el día siguiente por la mañana y apreciar con calma las cosas que nos había contado Ángel. El pueblo en ese momento nos parecía tan bonito que dudábamos mucho de que por la mañana pudiésemos disfrutarlo más.
La FalaMuchas han sido las sorpresas que nos ha brindado Extremadura, pero sin duda que descubrir que ellos hablan distinto nos ha parecido una de las mayores.
La fala es una lengua que solo se habla en los municipios de San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno, pero no se queda ahí la cosa ya que es una lengua que, en realidad, son tres, pues en cada uno de los municipios se habla un dialecto diferente, el valverdeiru, el lagarteiru, y en San Martín el mañegu. Y la lengua ha servido de excusa para crear lo que se llama la Ruta de A Fala, una ruta de senderismo que une los tres pueblos y que en parte hace la ruta que teníamos prevista nosotros para el día siguiente. Lo más curioso de la gente con la que estuvimos hablando es que uno de ellos hablaban mañegu, una mujer valverdeiru y otro hombre lagarteiru, ¡¡¡ qué maravilla !!!. |
Nos fuimos a cenar a la plaza, estuvimos en el restaurante Os Arcus porque habíamos leído en un blog que lo recomendaban. Tomamos una cena sencilla, pluma ibérica y tocino de cielo. Todo estaba rico.
Sin más nos fuimos a la cama.
Sin más nos fuimos a la cama.
Ruta del Castañar de los Ojestos
Habíamos leído mucho sobre la ruta ya que el castañar está considerado como uno de los mejores de la Península Ibérica, pero además nuestros amigos nos lo habían corroborado la noche anterior.
La ruta se inicia en la fuente que existe al final de la calle Entrada del Fuerte. Desde allí seguimos el camino siempre recto hasta llegar a la Hospedería Conventual Sierra de Gata, una gran instalación hotelera que más bien parece un parador. Una vez allí hay que seguir otra vez todo recto por el camino que en esa parte se empina mucho, para desde ahí no abandonar nunca el mismo. No es una ruta difícil, más bien fácil tanto es así que nos pareció un largo y agradable paseo, con un entorno espectacular. Resultó sencillo seguirla gracias a los colores con los que viene marcada (verde y blanco).
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El inicio de la ruta antes de llegar a la zona de los castaños
Hicimos muchas fotos y por supuesto grabamos parte de lo que será el video de este viaje a la Sierra de Gata, era difícil dejar de hacerlo, porque el día y el castañar estaban vestidos con sus mejores galas. Los árboles son principalmente castaños comunes, pero pudimos ver otros muchos, en lo que se podría definir como un jardín botánico.
Además de el castañar, en la ruta se pasa por la calzada romana, probablemente la mejor que nosotros hemos visto por su estado de conservación y su longitud.
Solo tardamos una hora y media o quizás menos, su dibujo es circular, se sale de San Martín y se vuelve otra vez a San Martín aunque por un lugar distinto. La ruta se puede alargar subiendo al puerto de Santa Clara pero nosotros siempre vamos con el tiempo justo así que no lo hicimos.
Solo tardamos una hora y media o quizás menos, su dibujo es circular, se sale de San Martín y se vuelve otra vez a San Martín aunque por un lugar distinto. La ruta se puede alargar subiendo al puerto de Santa Clara pero nosotros siempre vamos con el tiempo justo así que no lo hicimos.
Pudimos comprobar con mayor detalle que sus casas cuentan con una arquitectura muy bien cuidada.
Es realmente curioso, sobre todo porque estamos en una año con una enorme sequía, el que en San Martín el agua no falta en los pilones de las fuentes, de los que no deja de manar agua y donde, además, el agua corre sin descanso por las calles del pueblo, en unos canales o regueros muy característicos. La noche anterior nos habíamos divertido cuando intentando pasar de un lado a otro, con cierta dificultad ya que las calles estaban llenas de gente, por culpa de las fiestas, metí los pies en el agua del canal y terminé completamente empapado. |
Nos contó Ángel que antes de llamarse San Martín de Trevejo se le llamó San Martín de los Vinos y es que la producción de vino de pitarra es algo que está arraigado en sus costumbres, por ello las casas tiene tres plantas, en la superior se encontraba la cocina para facilitar la salida de humos solo a través de una planta, los dormitorios en la planta del medio es decir la primera, donde se consideraba que la temperatura era mejor y en la planta baja la bodega o boiga.
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Se trataba de bodegas pequeñas, familiares, bodegas que hoy en día todavía se usan, sobre todo con motivos festivos, pero en algunas vimos un importante trasiego de vinos de pitarra.
San MartÍn está declarado como Conjunto Histórico Artístico.
San MartÍn está declarado como Conjunto Histórico Artístico.
Los tozones crean un espacio en las calles al abrigo de las lluvias y son características de San Martín de Trevejo.
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Algo muy peculiar en el pueblo son los tozones. Las casas se ordenan en las calles de forma que existe poca separación entre ellas de lado a lado de la calle, pero para facilitar el tránsito de los viandantes estas se retranquean en la planta baja, la sensación es que las fachadas sobresalen. Cuando las miras lo primero que se viene a la vista es que están sostenidas por vigas de madera en cuyos bordes o tozones podemos encontrar labrados con rostros humanos. Muchos de ellos son antiguos y es difícil verlos pero en cualquier caso le dan una imagen al pueblo muy uniforma y característica.
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Otra de estas características tradicionales son las trancas de las puertas de las bodegas, que los mañegos han sido capaces de conservar. Más allá de su tradicional diseño, se esconde un tipo de vida que hoy nos da mucho que pensar, porque las trancas se cerraban desde la calle y no desde dentro como viene siendo lo normal, es decir que los vecinos cerraban y se iban, sabiendo que cualquiera podría abrirlas desde fuera, de esa forma evitaban que los animales entrasen, pero nos les preocupaba que pudiesen abrirlas sus vecinos. Los tiempos han cambiado y en algunas se puede ver ahora, que han puesto un cerradura moderna para dejarlas cerradas con llave.
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las trancas de las puertas, que se abren y cierran desde el exterior
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Nos despedimos de San Martín de Trevejo viendo el curioso escudo que hay en la Torres de la plaza, se trata ni más ni menos que del escudo imperial que se puso por orden de Carlos I, pero encierra una rareza difícil de explicar, ya que tal y como corresponde a ese escudo tiene un águila de dos cabezas, pero en este caso las cabezas giran hacia dentro y no hacia fuera como es lo normal.
Pusimos fin a nuestra visita a este, para nosotros imperdible en la Sierra de Gata, probablemente nuestro favorito.
Decidimos ir a comer a la Almazara de San Pedro , un hotel con encanto que dispone de baños termales para pasar un par de días muy tranquilos y relajantes y que está muy cerca de San Martín. Nos atrajo el hecho de que se trata de un antiguo molino de agua para el prensado de la aceituna y la obtención del aceite, pero también por el hecho de que habíamos contactado con el lugar debido a que el dueño tiene un blog llamado Turismo Sierra en de Gata el que es autor Jose Miguel López y que habíamos leído mucho cuando preparamos el viaje a la Sierra de Gata. Un magnífico broche a este viaje. El lugar es excepcional y nos encanto conocerlo, nos hubiera gustado conocerle también al él pero no estaba allí en ese momento. |
Nos enseñaron el lugar, sus baños donde merece la pena acercarse a pasar unos días, siempre que no se sea autocaravanista claro.
Nosotros comimos tan a gusto en la terraza con una temperatura muy agradable a pesar de que estábamos en noviembre. La comida un poco desigual, el primero regular, el segundo y el postre muy bien. Aun así es lugar muy recomendable para hacer una parada.
Y volvimos a casa, solo se nos ocurre una frase para terminar, una maravilla la Sierra de Gata.
Y volvimos a casa, solo se nos ocurre una frase para terminar, una maravilla la Sierra de Gata.